El Albergue

Text: Juanjo Cornelles

Recientemente se ha hecho pública la noticia del cierre temporal del Parador de Benicarló debido a una reforma o, posiblemente, a su demolición y sustitución por un nuevo edificio. Aunque los detalles del proyecto aún no se han definido con claridad, se estima que las obras se prolongarán durante más de tres años, un periodo que ha generado inquietud entre vecinos y visitantes que valoran la historia y la singularidad de este espacio emblemático.

En La velada en Benicarló, Manuel Azaña ya aludía simbólicamente a la demolición del antiguo Albergue de Turismo. Sin embargo, el edificio original resistió en la realidad hasta que, con la llegada del turismo masivo en los años 60, fue sustituido por el actual Parador. Esta transformación marcó un punto de inflexión en la identidad del edificio y en su función dentro del desarrollo turístico de la costa valenciana.

Hoy, ante un nuevo proceso de transformación, surge la preocupación de que el futuro Parador pueda desvincularse completamente de su pasado. Desde la asociación Abril consideramos que sería deseable —y plenamente justificado— que el nuevo proyecto incorpore un espacio destinado a recordar la historia del antiguo Albergue: su valor arquitectónico, su papel pionero en el turismo de carretera y su vinculación con momentos históricos relevantes, como la presencia de Azaña o su papel como símbolo del desarrollo turístico de la región.

Preservar esa memoria no sólo rendiría homenaje a un edificio que ha acompañado a Benicarló durante décadas, sino que reforzaría la identidad cultural y patrimonial de nuestro municipio ante quienes nos visitan.

El Parador de Benicarló, conocido popularmente como “el Albergue”, presenta una ubicación singular si lo comparamos con el conjunto de la red de Paradores de Turismo. Situado a escasos metros del mar, en primera línea de costa, se levanta en una parcela que linda por un lado con la actual Avenida Papa Luna —antigua carretera costera hacia Peñíscola— y por el otro con el Paseo Marítimo.

Esta localización estratégica, con vistas abiertas al Mediterráneo, contrasta con la de muchos otros paradores, generalmente ubicados en edificios históricos del interior o en emplazamientos más alejados del tránsito rodado. La finca sobre la que se construyó el albergue forma parte del paraje de Solades y, en los años 50, albergó también el antiguo matadero municipal. Actualmente, dicho espacio anexo no se destina al uso que originalmente se le había previsto.

 El albergue formaba parte de una serie de infraestructuras turísticas destinadas a fomentar el turismo en la región. La decisión de construir este albergue está ligada a la construcción de la nueva carretera entre Benicarló y Peñíscola, una obra que comenzó en 1935 y se vio interrumpida por la Guerra Civil.

Según el autor Juan Luis Constante, en su obra Benicarló, sus calles (1997), la construcción de la carretera y del Albergue se realizaron en paralelo, y la nueva vía fue descrita como “una de las más interesantes para el turismo” en su época. 

Iniciados los trámites legales y técnicos, el 31 de mayo de 1935 se voltearon las campanas en Benicarló al conocerse que el Ministerio de Obras Públicas había anunciado la subasta de la nueva carretera por la costa, con un presupuesto de 353.160 ’85 ptas. En 1936 se expropiaron los terrenos afectados por la carretera y se comenzaron las obras, que fueron interrumpidas meses después del estallido de la guerra civil. Todavía no había concluido la Guerra Civil cuando ya se reanudaron los trabajos en la carretera, esta vez bajo la dirección del nuevo régimen y con la participación del Batallón de Trabajadores, formado por prisioneros de guerra.

El Albergue, diseñado para ser un punto de paso en la carretera, fue inaugurado el 24 de junio de 1934. A lo largo de su historia, ha sido un lugar de relevancia, especialmente por su vinculación con la política y la cultura de la época. En este sentido, el Parador fue el escenario elegido por Manuel Azaña para presentar su obra La velada en Benicarló.

El Albergue pasó por diversas transformaciones a lo largo de los años. Inicialmente, la orientación del edificio estaba pensada para maximizar las vistas al mar, dado su emplazamiento en una parcela de 1.800 m2 que se extendía hacia la costa. Sin embargo, la creciente demanda turística en la región llevó a su ampliación y modernización. A partir de la década de 1950, se realizaron varias ampliaciones bajo la dirección de arquitectos como José María Muguruza y Julián Luis Manzano Monís. Estos cambios reflejaban la evolución del turismo en la zona, que ya no era solo de paso, sino estacional, con turistas que buscaban estancias más largas.

   Fuentes consultadas

  • Universidad Politécnica de MadridAlbergues de carretera. La metamorfosis de un tipo hotelero. Revista Estudios Turísticos, n.º 205 (3er trimestre, 2015), pp. 35-70.
  • Juan Luis Constante LluchBenicarló: sus calles. Edición del autor, 1997.
  • Juan José Cornelles Batiste, miembro de la Asociación A.B.R.I.L., recopilación de datos, testimonios y documentación histórica local.

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