El inicio de la Batalla de Levante

Text: Santiago Pitarch

El pasado 5 de abril se celebró la VIII Jornada Intercomarcal sobre la Guerra Civil Española, con la colaboración de ABRIL. La primera de las intervenciones fue realizada por Ricard Martí, quien nos ilustró sobre el inicio de la Batalla de Levante. El ponente es licenciado en química y tiene publicados 11 ensayos de temática histórica.

Este artículo pretende ser un resumen de su intervención, la cual se puede disfrutar íntegramente en la página de Facebook de ABRIL.

La ponencia versa sobre los famosos brigadistas internacionales, pero en el contexto de nuestras comarcas, entendiendo como tales Els Ports, el Alto y Bajo Maestrazgo. Entre estos combatientes podemos encontrar 80 nacionalidades distintas, generando las dificultades logísticas e idiomáticas que podemos imaginar. Su bautismo de fuego fue en 1936, defendiendo Madrid en noviembre del primer año de la guerra, participando en el conflicto hasta que fueron oficialmente disueltas por el gobierno de Negrín en 1938. Sin embargo, algunos brigadistas continuaron la lucha hasta cruzar la frontera con Francia en 1939.

El ponente cita la obra Las brigadas internacionales de la guerra de España de Andreu Castells, quien fue miembro de la Brigada 129. Se trata de una obra muy recomendable porque su autor viajó por toda Europa con el objetivo de entrevistar a los supervivientes. Estima que fueron un total de sesenta mil los brigadistas. Sin embargo, esta cifra es bastante dudosa, ya que el cálculo se dificulta por el hecho de que las bajas fueran repuestas con reclutas españoles. Existe una web en la que se han identificado cuarenta y seis mil nombres, aunque no todos fueran combatientes. Organizados en seis brigadas, estas se enumeraron como la 11, la 12, la 13, la 14, la 15 y la 129, que es la que más conocemos y la que será protagonista de este texto. En algunos momentos todas estas brigadas se organizaron en dos divisiones, denominadas la 35 y la 45. El general Walter, al cargo de la 35, era un gran aficionado a la fotografía y gracias a ello disponemos de algunas imágenes de estas tropas en Morella y La Pobleta.

Entre Zorita y La Pobleta se construyeron las fortificaciones que debían impedir que el ejército franquista, comandado por el general Aranda, cortara la zona controlada por la República en dos, como finalmente sucedió. La cuarta división de Navarra, mandada por Camilo Alonso Vega, atacaría por el norte, mientras que la 83 división de Pablo Martín Alonso lo haría de oeste a este, formando un movimiento de tenaza que debía converger en Morella.

Todo esto ya es conocido, pero en los dos últimos años han aparecido nuevos documentos en los archivos de Ávila y de Moscú que nos ofrecen nueva información. Por ejemplo, ahora disponemos de un folleto de propaganda del batallón Dimitrov, bellamente editado y escrito en siete idiomas diferentes. En este panfleto quedan registradas las idas y venidas de la Brigada 129 por nuestras comarcas junto con nuevas e interesantes fotografías. Ahora también poseemos nuevos listados de miembros, nacionalidades, caídos, etc. De ese modo, podemos asegurar que en la 129 los checoslovacos y los yugoslavos fueron los más numerosos. Si tenemos en cuenta el mapa actual de Europa, en esta brigada encontraríamos 20 nacionalidades distintas. También poseemos numerosa información del variado armamento del que disponían. Solía ser de fabricación soviética y del calibre 7.62 mm para las armas ligeras. El armamento, no obstante, era bastante más homogéneo que el resto de equipo, como era evidente en el caso de los uniformes. Podríamos decir que estos estaban personalizados, de modo que en una misma fotografía podemos encontrar brigadistas sin casco, con el Trubia español reglamentario o con el característico casco checoslovaco. En esa torre de Babel que fueron las Brigadas Internacionales, el español utilizado acabó siendo bastante macarrónico, como podemos apreciar en algunos documentos manuscritos

que se han hallado. Así, disponemos de informes sobre el “armamiento” disponible o sobre una deserción en la que se dice que “donde él marchar, no saber”. Todas estas pinceladas nos ayudan a formar el paisaje histórico que nos ayude a comprender el día a día en estas unidades militares.
El 24 de marzo de 1938 la 129 llega a nuestras comarcas y obtiene una pequeña victoria que frena temporalmente el avance de las divisiones bajo el mando de Aranda. Desplegados entre Villores y Forcall, han de soportar los bombardeos de la aviación enemiga, que ataca en oleadas de unos 50 aparatos. En el Museo de La Jana se pueden encontrar numerosos restos de estos ataques, así como muestras del distinto armamento utilizado en este conflicto. Esta zona de combates quedó llena de restos, bien se trate de equipo militar, de munición, de granadas de mano o también de restos humanos. En la Feixa dels Morts, como la llaman en Zorita, había restos de más de 100 soldados.

La superioridad artillera y el poder aéreo del ejército franquista pronto hicieron inevitable la retirada, siguiendo el patrón habitual en toda la Guerra Civil. Los republicanos buscaron refugio en las líneas fortificadas que se habían preparado con antelación. Sin embargo, de las tres planeadas, solo dos se habían construído y en algunos puntos estaban incompletas, como en la zona de Zorita. De todas formas se hizo patente la vieja máxima de que la maniobra vence a la fortificación, ya que la cuarta división de Navarra ocupó las alturas, dejando las fortificaciones a merced del poder de fuego de la artillería y de la aviación. Si bien el Gobierno de la República solía llamar a su fuerza aérea la gloriosa, sus soldados llamaban a la del enemigo la numerosa. En esta ocasión volvió a hacer gala de ese mote, machacando a los brigadistas toda la jornada. El 3 de abril de 1938 la Brigada ya había sufrido más de mil bajas. No teniendo modo de oponerse por más tiempo a las tres divisiones de general Aranda, se produce la retirada. El mayor Wacek Komar, en las afueras de Morella, consigue convencer a los más fieles para preparar un contraataque. Unos 200 hombres, apoyados por cuatro carros de combate, vuelven al frente en un intento desesperado de tapar la brecha, iniciando una marcha hacia el puerto de Torremiró. En un punto que se ha localizado entre la Masía de Molins y El Ventorrillo, disponen los cuatro tanques y una compañía de ametralladoras a ambos flancos con la intención de frenar el avance de la cuarta división de Navarra. Consiguen destruir las tanquetas italianas que formaban la vanguardia, así como causar bajas entre la infantería. Sin embargo, la aviación italiana acudirá en auxilio del Ejército franquista ametrallando los tanques, los cuales se retiran, dejando perdida a la infantería republicana que es masacrada sin contemplaciones. Ese mismo día, el 4 de abril, la columna de la cuarta división de Navarra entrará victoriosa en Morella. Esto supone el fin de la Brigada 129 en nuestras comarcas. Los supervivientes aptos para el combate fueron destinados al frente de Teruel. El día 15 de abril la cuarta división de Navarra y la 83 división, protagonistas de esta ofensiva, llegarán simultáneamente a Vinaròs y a Benicarló, consiguiendo partir la zona controlada por la República en dos partes, objetivo vital de la Guerra. No es de extrañar que estas tropas fueran condecoradas colectivamente por el gobierno del nuevo régimen al finalizar la guerra.

La 129 había quedado destrozada. Del batallón Dimitrov sabemos que el 3 de mayo estaba compuesto por 146 extranjeros y 327 españoles. Esto indica que los segundos eran nuevos reclutas que sustituían a los caídos.
El ponente calcula un total de 1500 bajas en la Brigada 129. La vertiente humana de esta tragedia podemos encontrarla en un reciente libro que tiene como protagonista a un rumano perteneciente a esta unidad, donde leemos:

Dominaba con talento extraordinario la bella lengua de sus antepasados. Amaba sobremanera la poesía y escribió sus propios versos. Con su libreto de poemas sobre el pecho, fue enterrado en el suelo de España.

Unos recibieron honores y medallas, mientras que otros permanecen en fosas sin identificar, concluye Ricard Martí.

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